jueves, 2 de junio de 2011

tifones de escenario

Un ventilador se enciende y hace que se vibren unas campanas 20 metros más allá, un pianista toca una tecla y se enciende una luz en el extremo opuesto del escenario, una cantante canta y su voz aparece a muchos metros de distancia de su boca...
  Mi nueva obra está basada en esta serie de metáforas, juegos, imposibilidades y contradicciones en el espacio escénico. Estos procedimientos me hicieron reflexionar sobre el 'efecto mariposa', aquél basado en el esotérico (¿cuál de ellos no es esotérico?) proverbio chino:"el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tifón al otro lado del mundo".
  El  efecto mariposa se basa en que la más mínima variación en un sistema caótico, la más pequeña perturbación inicial puede tener, a través de un proceso de amplificación un efecto final enormemente grande.
Creo que mi nueva obra (fuera de este paralelismo de almanaque) funciona de una manera similar. Un gesto pequeño e insignificante desencadena un efecto inesperado en un lugar alejado de la fuente que lo produce. A veces se determina la presencia de un doble (el sonido de un instrumento es reflejado en otro o en varios lugares), otras veces la fuente sonora es completamente nueva y carece de un claro punto de origen.
   La partitura de la obra detalla la lógica que subyace detrás de estos procesos. La performance, sin embargo, crea una especie de aparente desconexión y/o magnificación entre la causa y el efecto. Quiero creer que la obra deja al público en un territorio en que toda posible predicción queda en entredicho, creando un efecto similar al de soltar una pelota sobre la arista del tejado en repetidas ocasiones: no podemos vaticinar por qué lado del tejado caerá, mínimas desviaciones iniciales crearán innumerables trayectorias posibles.