lunes, 18 de julio de 2011

de 1 a 1100

Hay autores que nos insertan en un laberinto del que escapar no tiene sentido. El laberinto es la obra y los saltos y ramificaciones de la novela no encarrilan un pensamiento en una dirección concreta sino que se van multiplicando constantemente. En 'el arcoiris de gravedad', Thomas Pynchon va saltando de un tema a otro sin una lógica preestablecida. Los personajes desaparecen y reaparecen de manera impredecible, como si estuvieran acechando tras una bruma de palabras. Las situaciones se encadenan constantemente en una inacabable aventura de 1150 páginas, de las cuales es difícil extraer algo concreto. Slothrop, un sujeto víctima de experimentos pavlovianos de los nazis va viajando de escenario en escenario, de situación en situación en la que cada página podría ser la última (o la primera). La potencialidad de direcciones posibles que adquiere la novela provoca que el lector se halle siempre en una especie de punto cero, de comienzo constante. La maravillosa anarquía de la novela sitúa en un mismo plano situaciones hilarantes, pornografía, humor, muerte, canciones populares, referencias eruditas que funcionan como un comentario burlón a la literatura, la sociedad y por ende al oficio de escribir...
Pynchon, cual equilibrista de la verborrea, va saltando atléticamente de cuestión en cuestión, sin profundizar nunca en nada, quedándose en la superficie de las cosas, evitando la búsqueda de 'sentido', creando contextos y situaciones, mapas mentales...Sí, suena predecible, postmoderno, lo que uno quiera... sin embargo hay algo magnético que te atrapa hasta el final. En mi opinión, el libro funciona como un desmesurado y prolongado chiste que trata de abarcar todo lo literario, mirándolo desde una erudita carcajada que no acaba por hacerse escuchar.
'El arcoiris de gravedad' es una obra en la que el espacio está siempre definido: el territorio lleno de  cascotes, ruinas y tuberías de la Alemania derrotada tras la segunda Guerra Mundial. En ocasiones, la obra adquiere una dimensión claramente teatral, en el que  los personajes parecen irremediablemente destinados al espacio acotado del escenario .
A mí me parece que las novelas de Pynchon tienen algo profundamente musical. El uso de los personajes no es psicológico, no analiza su 'mundo interior', su pensamiento. Son utilizados como materiales que van apareciendo y desapareciendo entre el fluir constante de las ideas. Esa idea se me antoja completamente musical, los personajes 'están' pero son utilizados como objetos: se repiten, se transforman, se rozan... pero sus acciones no están justificadas, son elementos necesarios de un flujo, de una inacabable obra-laberinto que se reinventa constantemente a lo largo de la propia lectura.

http://www.youtube.com/watch?v=cZS0YjdmuHc&feature=related

viernes, 1 de julio de 2011

El pliegue de las cosas (the fold of things)


A fold is defined by a crease in a flat surface, an irregularity that changes the exterior nature of an object. My piece takes place within a metaphorical musical fold: the actual sound of the trumpet is regarded as a uniform surface which is constantly warped by the use of different objects and artificial acoustic spaces. The music develops within this twisted territory in which the real identity of the instrument is altered and multiplied.
Deleuze maintained that the world could be interpreted as a body of infinite folds and surfaces that twist and twine themselves through compressed time and space. This piece is intended as a musical representation of this idea: a journey in which the sonic nature of the trumpet is pulverized and challenged almost to an unidentifiable point. In such a way, the same materials are filtered over an over again along the timeline, so that they are perceived as ever changing folds of the same phenomenon. 'El pliegue de las cosas' works in a similar way to an origami construction, in which the same a piece of paper is transformed by an arrangement of consecutive folds without the use of any additional element: glue or new fragments of paper.